Como el
vecino que no quiere ver, escuchamos el ruido de las balas, nos asomamos a la
ventana y permanecimos allí. Pasivos e inmóviles contemplamos cada una de las
atrocidades que se iban cometiendo. Como en una película. Como si nunca fuera a
formar parte de nosotros. Como si dos horas más tarde se fuera a convertir en
sólo un comentario desafortunado o en un capítulo descafeinado de la
serie de moda.
Pero no
es así. Ahora resulta que el vecino somos nosotros. Que las imágenes han
saltado de la televisión a nuestras vidas, a nuestros amigos y hermanos. ¿Y
qué? ¿Ahora qué? ¿Seguiremos sentados en nuestra butaca?
Claro
está que la mayoría no sabemos ni por dónde empezar. No sabemos cuál ha de ser
el siguiente paso. Pero desde luego no es permanecer pasivos e inmóviles. Desde
luego no permanecer bajo el paraguas del miedo.
Yo por mi
parte seguiré buscando respuestas, y entre tanto, intentaré ayudar a algún
amigo. Posiblemente sea un buen comienzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario