viernes, 6 de mayo de 2011

Maraña.


Tal vez esta sea de las veces que más complicado me resulta comenzar a escribir. Las ideas se han ido acumulando este tiempo atrás en mi cabeza. El amor, los amigos, las relaciones humanas, el dichoso trabajo, mis aficiones vs aflicciones ... Todo se acumula dejando paso a más maraña entre maraña.

Pero, no quiero que nadie que lea esto piense que estoy triste o abatido, simplemente hay momentos en los que uno empieza a reflexionar y ordena sus ideas. Ideas acertadas o no, pero propias y llenas de energía.

No entiendo la falta de solidaridad de algunas personas que me rodean, me cuesta entender que resulte tan complicado pensar aunque sea sólo una décima de segundo en el otro. Plantearte cómo vive, qué busca, qué siente y, definitivamente que puedo hacer para que se sienta mejor. Y que conste que en ningún momento pretendo decir que yo lo haga mejor, seguramente meta la pata y me inmiscuya sin permiso, pero intento dar un respiro a los demás.

Pienso que tal vez sean esas personas las que más necesitan que pensemos en ellas, intento respetarlas y hacer algún gesto por acercarme. Pero en muchos casos sólo me hacen caso para darme una patada. Tal vez necesiten darla. Tal vez no saben como hacerlo mejor. Ojalá se dejasen un poquito. Estaría encantado de poder hacer algo por ellas.

Últimamente me acuerdo mucho de algunas personas, amigos de hace tiempo y hace nada. Amigos que llevo un tiempo sin saber cómo estarán, pero sé que están. No os preocupéis. Os llamaré pronto. Os echo de menos.

Estoy pensando que la última vez que se me ocurrió hacer algo así, me refiero al hecho de hablar así de mis sentimientos, y por ende de mis agradecimientos, se me ocurrió mandárselo vía sms a quienes tenían que leerlo. Me encantó la reacción de la gente. Mi madre estuvo a punto de recibir algún que otro pésame, y eso me fascino. Pensé “¡¡joder que poco estamos acostumbrados a que nos den las gracias!!”. La gente piensa que te estás despidiendo. ¡¡Échale güebos!! ¿Y por que me voy a querer ir? Desde luego...
¿Por qué nos costará tanto exteriorizar a los demás lo que es suyo? ¿No son ellos los que nos lo hacen sentir?. Anda, anímate. Seguro que te ha venido alguien a la cabeza. No seas egoísta y regálaselo.

Ya hace tiempo ando viéndome con alguien. Alguien que me está recordando lo buenas que pueden llegar a ser las personas. Admiro profundamente su capacidad de hacer que me sienta bien. Su escucha. Su sonrisa. Y, sobre todo, su mirada. Me encanta su luz.
Bueno, tal vez suene a tópico. Pero me pregunto cuánta gente puede afirmar que es así. Que el respeto y la admiración mutua vibran. Y, que a pesar de las dificultades y los fantasmas, quieres continuar. Sin adornos ni florituras. Sólo continuar. Ojalá seáis muchos los que os sintáis así. Me encantaría que fuese así.

Si me preguntas por satisfacciones, te contaré que una de las más grandes es sentirme útil. Gracias a mi trabajo, y no sin llevarme algunos disgustos, son muchas las satisfacciones que tengo.
De un tiempo aquí he vuelto a tener mayor contacto con algunas personas a las que trato de ayudar mediante mi trabajo. Me fascina pensar en la valentía con la que se enfrentan algunas de esas personas a sus dificultades. Y esto también suena a tópico, pero es que cuanto más fácil lo tenemos más fácil queremos que sea. Y sin esfuerzo no se consigue nada. Nada de nada. Bueno, algo si consigues. Puedes llenar un camión cisterna de frustración y apatía. Pero a ver que haces con él. Es como las centrales nucleares, quedan inútiles, pero haciendo daño. Y lo peor es que los brazos de la apatía son largos, y cuando te abrazan resulta complicado liberarse.

Bueno amigos, no quiero despedirme sin agradeceros el haber leído éste tostón. Y para quien pueda estar preocupado, le diré que no busquen debajo de un puente o la basura. Mirad dentro de vosotros que es donde habito. Todavía nos queda mucho por ser y sentir.

Un abrazo.

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