martes, 22 de abril de 2014

Personajes Internos.


Una de las primeras observaciones que uno comienza a realizar sobre sí mismo cuando inicia o elige un camino de auto conocimiento, es cómo se desenvuelve. Cómo se relaciona con cada una de las situaciones que se le plantean en su día a día.

            En ese proceso de auto observación, te das cuenta de que no siempre reaccionas igual, que en función del contexto: laboral, familiar o rodeado de amigos; la forma en que te relacionas varía. Y asociada a esa diferente manera de relacionarse, se encuentra una emoción evocada. Así, se rememoran y se ponen en juego continuamente antiguos patrones movidos por una energía diferente.

            En casa me puedo mostrar severo y tajante, puedo ser duro ante mis hijos y mi pareja; mientras en mi trabajo me puedo mostrar sumiso y atento. Con mis amigos puedo ser alguien divertido y ocurrente y en casa de mis padres callado e introvertido. 

            En relación a esto Maurice Nicoll nos dice:
           
            El Hombre, la Mujer, no son uno. Son muchos. No tienen un Yo Real Permanente, sino muchos “Yoes” diferentes, contradictorios y mudables. Pero imaginan ser Uno.

De esta manera, nos encontramos con un montón de “Yoes”, o personajes internos, como los llama Gurdjieff; que luchan por ocupar la posición saliente, que quieren tomar el control de la situación y dialogan entre si. Generando en el individuo que los aloja una sensación de “separatividad” angustiante, que dificulta su relación con el mundo y consigo mismo.

Así, Khalil Gibrán nos lo representa en los “Los Siete Egos” de manera muy visual:

            En la hora más silente de la noche, mientras estaba yo acostado y dormitando, mis siete egos sentáronse en rueda a conversar en susurros, en estos términos:

            Primer Ego: - He vivido aquí, en este loco, todos estos años, y no he hecho otra cosa que renovar sus penas de día y reavivar su tristeza de noche. No puedo soportar más mi destino, y me rebelo.

            Segundo Ego: - Hermano, es mejor tu destino que el mío, pues me ha tocado ser el ego alegre de este loco. Río cuando está alegre y canto sus horas de dicha, y con sus pies alados danzo sus más alegres pensamientos. Soy yo quien se rebela contra tan fatigante exigencia.

            [...]

            Quinto Ego: - No; yo soy, el ego pensante, el ego de la imaginación, el que sufre hambre y sed, el condenado a vagar sin descanso en busca de lo desconocido y de lo increado... soy yo, y no vosotros, quien tiene más derecho a rebelarse.

             [...]

            Séptimo ego: - ¡Qué extraño que todos vosotros os rebeléis contra este hombre por tener a cada uno de vosotros una misión prescrita de antemano! ¡Ah! ¡Cómo quisiera ser uno de vosotros, un ego con un propósito y un destino marcado! Pero no; no tengo un propósito fijo: soy el ego que no hace nada; el que se sienta en el mundo y vacío espacio que no es vacío y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros os afanáis recreándoos en la vida. Decidme, vecinos, ¿quién debe revelarse: vosotros o yo?

            Al terminar de hablar el Séptimo Ego, los otros seis lo mimaron con lástima, pero no dijeron nada más; y al hacerse la noche más profunda, una tras otro se fueron a dormir, llenos de una nueva y feliz resignación.

            Sólo el Séptimo Ego permaneció despierto, mirando y atisbando a la Nada, que está detrás de todas las cosas. 

            Este sentimiento de separatividad, se afianza en nosotros ya que cada personaje se energetiza en dirección opuesta a la de otro, dentro de una misma polariadad. De esta manera encontramos dentro de nosotros a personajes como:

  • El “juez”, que dictamina qué está bien y qué está mal, y que está por encima de todo. Que puede entrar en conflicto con el “comprensivo” o el “bueno”; al que todo le parece bien y siempre está dispuesto a acoger.
  • El “disponible”, que siempre está para los demás y se deja así mismo para el final. Y el “independiente”, que puede con todo y no necesita a nadie.

Así hasta un sin fin de personajes que podemos ir identificando en nosotros, sintiéndolos y jugándolos conscientemente; para posteriormente poder trabajar la desidentificación de los mismos.

            Antonio Pacheco nos dice en cuanto a esto:

            Gurdjieff nos transmite la ley del tres, que viene a decir que todas las cosas del universo se rigen por tres principios: activo, pasivo y neutralizante. 
           
            [...]

            Este principio nos sugiere la reconciliación de los opuestos, que puede aplicarse en el trabajo con nuestros personajes, teniendo la posibilidad de conocerlos para poder, así, aceptarlos y detener la lucha entre aquellos que son contradictorios o antagónicos.

            Pudiendo conciliar todas las partes, sintiéndonos integrados, como una unidad amorosa y compasiva.

 

Bibiliografía.

Nicoll, Maurice. Comentarios Psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (4º tomo). Editorial Kier 2004.
Khalil Gibrán Khalil. El Loco. Obras Completas. (Tomo I). Editorial Visión Libros.
Antonio Pacheco. Ego, Esencia y Transformación.  Editorial Hermes Terapia Integral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario