lunes, 28 de noviembre de 2011

Encuentros.


Son las doce, el sol brilla radiante en una de esas mañanas de febrero en que disfrutar de los primeros días de temperatura primaveral. Paseo mi libro por las calles buscando un banco en el que sentarme a leer en la placidez de un domingo cualquiera. Me acompañan mi sonrisa y mis gafas, ganas de estar solo y una de esas historias contada por alguien que no la vivió, y todos querríamos saborear.

Atrás quedo la noctambulidad del deseo, las copas y la música parca en aromas. Las sonrisas forzadas, las ganas de ganar y los amuletos imperfectos. Atrás quedo otra noche que no recordare, solo eso, otra noche.

Me sorprendo leyendo nuevamente, me encanta sumergirme en las historias, sus personajes, sus vivencias. A veces me imagino sus vidas mas allá de los libros, me adentro en sus temores, en sus ilusiones. Sufro, lloro y río con ellos. Los hago tan míos que los echo de menos,  y pienso en cómo será su vida no escrita.

Sonrío de nuevo y continúo leyendo, pero noto algo extraño. No tengo la misma fluidez en la lectura y me cuesta generar imágenes mentales. Algunos pensamientos se cruzan y tomo consciencia de que algo me turba. Entonces siento que alguien me esta observando y me doy cuenta que lleva haciéndolo un buen rato.

Levanto nuevamente mi mirada del libro y veo a una chica mirándome fijamente. Siento sus pupilas tatuándose en mi mirada. La fuerza de su gesto me transmite serenidad a la vez que su presencia me inquieta, me atrae. Intento disimular y seguir leyendo, pero no puedo. Un deseo irrefrenable me invita a mirar y tengo la sensación de que ella es consciente de mi estado.

Observo por encima de mis gafas mientras procuro no hacer un gesto brusco con la cabeza. No quiero que me vea, pero ya es tarde. Su sonrisa me espera cuando acabo de bajar la cabeza con torpe gesto de disimulo y me pongo tan colorado que si alguien me pusiera un termómetro se evaporaría, cristal incluido.

Entonces se levanta de su banco y se acerca lentamente hasta mi, se sienta a mi lado sonriendo mientras yo, incrédulo, no sé que decir.

La admiro. Y genialmente dice:

- Si sigues mirándome así, tendré que besarte.


1 comentario:

  1. Acabo de leer tu blog........al menos hasta donde he podido...
    he empezado objetiva, con interés en el curro que un amigo está haciendo y que merece la pena que lea, sólo por eso, por ser un amigo, porque le aprecio y porque si me lo ha pedido que menos que leerlo y responder, aunque no me guste...aunque quizá ni merezca la pena......
    absurda?, tonta de mi?, incrédula? o quizá descreída?...he dicho hasta donde he podido leer...porque me ha agarrado, me ha cogido el estómago y no me lo ha soltado...me ha hecho tumbarme en la cama con el ordenador, colocar la almohada una y otra vez para volver a leer, para tratar de entender mejor o simplemente volver a entenderte, volver a leerte, para pensar ¿esto lo ha escrito él o me he perdido una nota en la que dice quién lo ha escrito? y no, no había notas...me dejas sin palabras...
    maraña?....maraña arturo no es lo que escribes...es lo que transmites, es quedarme girando alrededor de lo que dices sin saber en qué momento me he perdido y no soy capaz de salir de ese maravilloso embrollo de palabras...hoy no quiero encontrar la salida, quiero seguir perdida un rato mas...

    Unas cervecitas antes de leer seguro que ayudan a haberlo disfrutado tanto, a abrir la mente y dejarla fluir y quizá a filosofar, yo que sé, da igual, me ha flipado...

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