domingo, 12 de diciembre de 2010

Calle.

Calle.

Nacida de la calle,
crece sin creer.
Se alimenta de asfalto y humo
y es madre antes que mujer.

Espejo del espejo,
madre e hija se buscan.
Su frente estigmatizada
refleja la desdicha,

Resignadas e impotentes
se prometen un nuevo sino.
Sueñan con disolver un futuro evidente
de semáforos y rotondas,
de seres con manos al volante
y corazón a la carrera,
que niegan la mirada
y regalan ignorancia.

-Ya no más- se dicen,
no ser más despojo del despojo.
No ser más basura,
pegamento
y puente.

Hacer de la arena arcilla.
Modelar, reinventar
y sacar de más allá de la nada
el coraje para creer.

Derribar el muro de la baja autoestima
y mirar cara a cara a la vida,
 al otro
y a uno mismo.

Porque el más terrible de los abandonos,
es el propio.

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