martes, 8 de enero de 2013

Entrega.


Solemne y humilde,
el olivo arremete contra el viento
y la solana.

En tierra roja
enraíza su esperanza a la gota y el color
del fruto de su rama.

Hoja y flor se abrazan a la calma,
contrariando al sol y al tiempo
que arrugan la piel de su corteza
inmaculada.

Y, aferrado al candor de su sed,
no será otra que la mano de su bien
quien arranque una lágrima de su recóndita
añoranza.

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