Siento un gran vacío en mi pecho. Un tremendo agujero que llenar de hombros, pechos y bocas que me den su aliento. Que me traigan paz y sosiego ante este hastío. Este dolor en el aire que me quema y consume mi pozo de sabiduría, mi entrega y el desnudo de mis manos a galope. Caballo loco de furia. Como el estruendo de la tormenta no satisfecha. Con la fuerza de un quebrar de voces oscuras y sedientas de rabia. Hambrientas sin pudor. Desidiosas como lombrices embadurnadas y ciegas.
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