En otra ocasión, iba el Poeta por la ribera contemplando el acompasado giro de las norias, removiendo notas inconclusas entre un pequeño bosque de tarays. Cuando, repentinamente, paró a observar como un pequeño patito se quedaba en la orilla mientras sus plumosos hermanos seguían a su madre entre las cañas. El patito, indeciso, observa cómo sus iguales marchan y son botados en la dulce y fría corriente.
En esto, la Mujer se le acerca al oído y dice:
- Poeta, hay quienes persiguen su instinto y quienes lo cuestionan. El fin es el mismo, pues es ley de vida que simplemente se cumpla.
El que lo persigue sin más, siente que hay una fuerza mayor que él que lo lleva a hacerlo. El que lo cuestiona, duda de esa fuerza y necesita convencerse de que tenga sentido. Hasta que finalmente, se da cuenta de que esa fuerza en realidad es él mismo.
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