Un trocito.
Gente caminando que se cruza.
Labios que articulan su verdad.
Oídos que perdieron su valía,
mientras las voces resguardadas del frío,
esperan un sol que desespera fuera.
Individuos unicelulares,
indivisibles,
imperceptibles,
inapacibles.
Asustados por un miedo
que les impide ofrecerse,
les impide darse.
Les impide dividirse y dar un poquito más,
un trocito de sí.
Ese poquito más que te hace sentir vivo.
Ese poquito de ti que no pierdes,
sino que ganas al multiplicarse en el otro.
Y, que al crecer,
se convierte en la risa,
en la música
y en la boca por besar.
Me gusta mucho ese mensaje positivo de fondo, la repercusión de lo mío en el otro. Le pega más el fondo azul de antes que este negro mucho más tenebroso.
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