domingo, 28 de noviembre de 2010

Cálido y húmedo.


Cálido y húmedo


Allí donde no hay más de lo que hay,
donde tu cuerpo configura un sin fin de valles y abismos,
y tu piel son mil desiertos donde tener sed.
Yo me siento a recorrer con mis manos tu tibia desnudez.

Voy serenamente estudiando tus contornos,
bebo de tus labios
y deslizándome con ternura me adentro...

Un abrazo cálido y húmedo me envuelve,
un sentimiento de satisfacción y plenitud me invaden,
y lentamente se inundan los últimos resquicios de mi ser.

Entonces,
como las ramas de un árbol al ser mecidas por el viento,
nuestros cuerpos inician un rito en el que el sudor y los besos se hacen compañeros indispensables.

Nuestros cuerpos se deslizan y sumergen en un ir y venir de sensaciones.
Abro lo ojos y te encuentro ahí...
con una expresión tan dulce.

Tus ojos me miran sin temor y el grado de excitación aumenta.
Y, con la misma fuerza y agitación que un río se entrega a la mar,
nuestros cuerpos se desatan en un sin fin de sensaciones hasta que,
poco a poco,
todo vuelve a la calma.

Y lo que antes era furor,
ahora es quietud y complicidad.

domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Víctimas?

¿Víctimas?


Salgo a la calle con los ojos bien abiertos.
Miro, busco atentamente entre la muchedumbre un gesto que me diga que eres tú.
Que eres tú quien me pisa, quien me agarra, quien no me permite avanzar.
Y preguntarte ¿por qué?,
¿por qué yo?
¿A caso no te traté bien?
¿A caso no te di lo mejor de mí?
Fui yo quien curó tus heridas,
fui yo quien te levantó del suelo,
fui yo quien te cantó cuando no quedaba nada.
¿Y ahora qué?
¿Quieres que me quede cruzado de brazos mientras tú me calumnias y arrancas mi verdad?
No, esta vez no.  
Quiero cogerte con mis manos.
Quiero romperte los huesos.
Quiero verte sangrar como yo sangro. 
Y humillarte.
Humillarte y gritar que no te necesito. 
Que eres un lastre, un peso muerto.
Y tirarte por la borda.
Y deshacerme de ti.
Sigo caminando, sigo acechándote, sigo cerrando el cerco.
Súbitamente paro. Miro un escaparate y ahí estás...
Eres tú. Soy yo. Somos yo. Yo y el miedo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Vuela Ave Vuela.

 
Vuela Ave Vuela.

Vuela ave vuela
como buitre carroñero,
como paloma mensajera.

Vuela ave vuela
a la primavera soleada,
a la promesa duradera.

Vuela ave vuela
sobre los campos y las playas,
hacia páramos ascetas.

Vuela ave vuela
sin desfallecer a tu destino,
en tu inconsciencia desolada.

Vuela ave vuela
con la fuerza de tu vientre,
en tu pecho enamorada.

Vuela ave vuela
sin medir el esfuerzo,
de tu pluma y tus entrañas.

Vuela ave vuela
vigorosa y joven su alma,
volátil y ciega de esperanza,

Vuela ave vuela
quema tu ávida reserva,
vuela ilusión desesperada.

Vuela ave vuela
sigue tu instinto milenario,
incondicional y desmesurada.

Vuela ave vuela
respira entumecida y agotada,
se rompe la cadencia desatada.

Vuela ave vuela
siembra el miedo en su mirada,
tiembla el vuelo ante la nada.

Vuela ave vuela
cae dramática tu estampa,
muere sola ante la playa.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La soledad.


La soledad.



Cuando uno está solo,
está solo...
solo.

Y con su soledad,
siente la necesidad de hablar,
pero nadie habla.

Siente la necesidad de besar,
pero nadie besa.

Siente la necesidad de abrazar,
pero nadie abraza.

Entonces decides abrazarte a ti mismo,
decides apretar tus brazos contra tu cuerpo,
besarte,
hablas.

Pero sigues solo.
Nadie habla.
Nadie besa.
Nadie abraza.

Resulta difícil saber que hacer con todo esto.
Uno ha aprendido a ofrecerlo,
entregarlo, regalarlo...
Pero no hay nadie,
estás solo.

De repente descubres que es el momento.
Ha llegado el momento.
Momento de sentirse uno y no mitad.
Momento de ser capaz de entregártelo a ti mismo
y de dejar atrás la soledad.

Por que no estoy solo.
Estoy conmigo.

martes, 2 de noviembre de 2010

El temblor de tu mano.

El temblor de tu mano.

Hoy he despertado
con el peso del temblor de tu mano
sobre mi costado.

Siento el tribular de tu corazón
en cada gesto, en cada mirada.

Enérgico devenir que no apaga
sino ensalza las ganas de descubrir
en cada sonrisa, en cada palabra.

Exquisita provocación
en cada encuentro.

Travesura cargada de intención
en cada momento.

Niño desobediente, tímido y astuto
que con la óptica de su impronta
juega y captura tu sonrisa,
la teoría y el conocimiento

Sonrojado corazón,
que habiendo transformado en liviano
el complejo hecho de su existencia
enseña, inspira y crea
en lo mentalmente trivial
y en la conciencia.