Cálido y húmedo
Allí donde no hay más de lo que hay,
donde tu cuerpo configura un sin fin de valles y abismos,
y tu piel son mil desiertos donde tener sed.
Yo me siento a recorrer con mis manos tu tibia desnudez.
Voy serenamente estudiando tus contornos,
bebo de tus labios
y deslizándome con ternura me adentro...
Un abrazo cálido y húmedo me envuelve,
un sentimiento de satisfacción y plenitud me invaden,
y lentamente se inundan los últimos resquicios de mi ser.
Entonces,
como las ramas de un árbol al ser mecidas por el viento,
nuestros cuerpos inician un rito en el que el sudor y los besos se hacen compañeros indispensables.
Nuestros cuerpos se deslizan y sumergen en un ir y venir de sensaciones.
Abro lo ojos y te encuentro ahí...
con una expresión tan dulce.
Tus ojos me miran sin temor y el grado de excitación aumenta.
Y, con la misma fuerza y agitación que un río se entrega a la mar,
nuestros cuerpos se desatan en un sin fin de sensaciones hasta que,
poco a poco,
todo vuelve a la calma.
Y lo que antes era furor,
ahora es quietud y complicidad.