Tal y como se presentan las cosas "últimamente", uno empieza hacerse algunas preguntas: ¿Qué debemos hacer? ¿Hasta dónde vamos a ser capaces de llegar?¿Quién se beneficia de todo ésto?
Tomando como punto de partida éstas preguntas, rápidamente llegamos a la siguiente observación: claramente tenemos dos grupos de sujetos, los que demandan o se benefician; y los que acceden y se ven agraviados.
Por otro lado, quien demanda y se beneficia suele tener algunas dificultades, sin entrar en la nebulosa de las oscuras intenciones, para discernir en qué momento se produce el desequilibrio y debe cesar en su empeño antes de quebrar la balanza. Por lo que generalmente es quien accede el que debe establecer dicho límite.
Finalmente podemos concluir que todo es cuestión de elegir cuidadosamente las acciones a realizar, e intentar predecir qué consecuencias van a tener tanto sobre nosotros como hacia los demás. Valorando por último si estamos preparados para asumir tales consecuencias.
Por lo que seremos nosotros, y sólo nosotros, los que podremos poner límites a la dinámica que nos está empobreciendo.