Y
después del segundo llegó el primer beso. Tras tres canciones de
desasosiego y empirismo. De estudios avanzados en comunicación averbal y
abnegación y raciocinio. De tratar de entender que hacía tu pecho en mi
pecho sin habernos conocido. De un si quiero acabar rendido entre tu
sexo y salir enloquecido.
Esa noche el sol nos iluminaba a media hasta. Nos sonreía fuera de turno.
Esa noche la luna quedó idiotizada. Silbando Strangers in the night. Soñando con servirnos en la cama.